La fiera y la fiesta (crítica)
Para entender esta película quizás no sea necesario tener un conocimiento cabal de la figura de Jean-Louis Jorge Moschini, aunque para entender su influjo nostálgico no está demás saber algunas pistas de su marco como cineasta.
Por ejemplo, sus estudios de cine en la universidad de California donde realiza “La serpiente de la luna de los piratas” (1972) y luego en Francia “Melodrama” (1976) o que a su llegada a la República Dominicana inicia una extensa actividad artística donde dirige teatro, documentales culturales y turísticos, videoclips y programas para la televisión.
A pesar que sus estudios de cine avalaron su gran talento, es la televisión mayormente donde deja su impronta profesional en la que concentró su inmensa creatividad que hoy en día todavía permanece.
Es por eso que, para entender su universo interno dentro del lenguaje cinematográfico, hay que estudiar sus dos películas mencionadas a parte de algunos cortometrajes o relatos donde se establece su idea existencial.
Más allá de ese entendimiento los realizadores Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas exponentes de cintas como “Cochochi” (2007), “Jean Gentil” (2010) y “Dólares de arena” (2014), buscan en los recuerdos perdidos de Jean-Louis para dibujar un personaje que ofrezca un sentido a todo lo que intentan relatar.
La justificación la encuentran en abordar la película desde la meta ficción, desde ese “mise en abyme” o narrar una historia desde distintos niveles narrativos, cuando hacen referencia a aquellas películas de Jean-Louis y la idea que sus amigos tienen del mismo.
La justificación para esto parte del plan de Vera (Geraldine Chaplin), una actriz en ocaso que decide reunir a su círculo social de amistades de los años 70 para filmar, en la República Dominicana, su última película: el legado de uno de sus mejores amigos: Jean-Louis Jorge. Pero su empeño no le será fácil, problemas de producción y algunos accidentes extraños ponen en riesgo la filmación de la película.
De esta manera Laura e Israel se lanzan a la oculta exploración de una nostalgia por un personaje que le es familiar para ellos, pero quizás poco entendible para el resto de las personas en la que un público intenta, a su vez, introducirse en una narrativa poco convencional. Esta posición críptica hace que el personaje se mantenga en un vaivén idílico donde Vera lo trae y lo aleja a la vez mientras fuma su cigarro electrónico.
Dentro de estos ingredientes está la presencia del realizador colombiano Luis Ospina, hoy ya fallecido también, que hace del director de fotografía de la película que se filma; Jaime Piña, productor, actor y amigo de andanzas de Jean-Louis, y el actor alemán Udo Kier quien lo traen a este país para convertirlo en una especie de vampiro tropical.
A esto se le suma la exquisita fotografía de Israel Cárdenas que crea la atmósfera necesaria para otorgarle una estética exótica a la película. No obstante, esta reflectividad trata de llenar las pupilas de los espectadores a través de un juego de imágenes que se deslizan entre lo onírico y lo ensimismado dejando un mar de dudas sobre las intenciones de sus realizadores.
Al final queda el paseo fantasmal de Jean-Louis en esta historia-homenaje, realizada a través de los recuerdos de sus amigos, de algunos pietajes inéditos y en la muestra de una iconografía circunstancial que da fe de su paso por esta tierra.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
Título original: La fiera y la fiesta. Año: 2021. Género: Drama. País: República Dominicana. Dirección: Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas. Guion: Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas. Elenco: Geraldine Chaplin, Udo Kier, Jaime Piña, Jackie Ludueña, Luis Ospina. Duración: 1 hora 30 minutos.
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