«Sol y Luna», entre dos aguas (crítica)
SANTO DOMINGO.- Pinky Pintor retoza esta vez con la comedia romántica, aunque ya anunciaba su predeterminación a través de las aventuras de Genaro y su díptico “Sanky Panky” (2007 y 2013) que, apoyándose en una comedia con ribetes musicales, se enmarcaba en el espectro romántico de sus protagonistas.
Ahora con “Sol y Luna” o “Dos mejor que una” Pinky ensarta una aguja muy estrecha para visualizar una historia que toca a un joven cineasta de nombre Javier quien tiene como novia a Luna, una dominicana que trabaja en un parque acuático en la zona este del país.
Por compromisos de trabajo tiene que viajar a Galicia, a Santiago de Compostela, para la grabación de un documental. Allí, por encargo de su abuelo, tiene que entregar unas cartas a una antigua amada. Esta situación lo obliga a conocer a Sol, una joven poco convencional con respecto a los asuntos del amor y la amistad. Su relación con Sol lo somete a estar entre dos amores y a crearle una envolvente situación que se va complicando cada vez más cuando Sol decide visitar la República Dominicana.
Al igual que Javier, Pinky se mueve entre dos amores: su natal Galicia y República Dominicana, donde la ciudad de Santiago de Compostela tiene un peso mayor para la historia que se narra en la película que el suelo dominicano.
Su justificación lo empuja a sucumbir por su ciudad natal determinando un periplo visual y hasta turístico de los lugares más emblemáticos, de su música y su gastronomía. El guion escrito a cuatro manos no equilibra los asuntos internos de la narración en la que sus personajes terminan casi agotándose antes del final. Sólo la chispa de Manuel Manquina, como el tío Arturo, y la de Micky Montilla como Rubén, imprime de una gracia excepcional a sus respectivos personajes y adornan la historia de una adecuada gentileza de cara al público.
Las demás situaciones que envuelven a Javier van respondiendo a una fórmula que no encuentra el equilibrio adecuado y camina junto a un plano musical que satura el panorama dramático y cómico de una sensiblera composición sonora colocando a “Sol y Luna” en un contexto de simple expresión de un género comercial.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
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