Rafaela (crítica)
SANTO DOMINGO.- La marginalidad y el barrio son temas de exploración en la que cada realizador particular lo ha asumido de la mejor manera, con sus limitaciones y sus aciertos, construyendo un discurso social que siempre ha sido una constante en varios de los ejes temáticos del cinema dominicano.
Lo que aquí puede ser un descubrimiento ya en el cine latinoamericano ha sido explorado, analizado y revisado teóricamente hace más de cuatro décadas atrás en la que se ha establecido discursos fílmicos que hoy son referencias para cualquier estudioso del cine de este hemisferio.
No obstante, para el panorama dominicano su influjo es materia fresca de exploración. Algunos ejemplos locales como “Pueto pa´mi” (Iván Herrera, 2015), “Voces de la calle” (Hans García, 2017), “Cristo Rey” (Leticia Tonos, 2013), “Mosh” (Juan Antonio Bisonó, 2021), “Bantú Mama” (Iván Herrera, 2022), han idealizado el barrio, lo han musicalizado y hasta han intensificado su realidad siempre tratando de focalizar su propósito en dibujarlo con variados matices, aunque sin introducirse muy profundo en las variantes de la psicología social del que vive en este tejido cultural.
El caso de “Rafaela” viene a caminar por esos mismos senderos, un proyecto que estuvo desarrollándose por varios años y que hoy ve la luz dentro de un cuadro dominicano cambiante y forjándose rápidamente en la búsqueda de temas y situaciones para mostrarlos en la pantalla.
Cuenta la historia de una joven del barrio Capotillo de Santo Domingo y líder de una pandilla de pequeños rateros que se dedican al atraco a mano armada, con la violencia a cuestas y sin responder a las consecuencias por estas acciones.
Uno de sus problemas es el planteamiento del personaje de Rafaela (Judith Rodríguez) el cual no tiene propósito. No define sus acciones hacia qué es lo que desea conseguir con los atracos, que no sea dinero por dinero.
En la primera escena se trata de definir su sueño, a través de un dibujo encontrado en el vertedero cuando era niña que motiva relativamente su deseo de buscar algo más allá del basurero, la marginalidad y la violencia.
El guionista Cristian Mojica (Azul Magia) y el director Tito Rodríguez (La Familia Reyna) tratan de solventar lo escrito en el papel y la visión de la historia en los términos puramente cinematográficos. Pero la misma se vuelve anecdótica presentando cada vez más el violento proceder de Rafaela, su relación materna y la sobrevivencia dentro del entorno que ha construido para ella y sus protegidos.
De esta manera, el filme transita por un callejón sin salida que no permite otras posibilidades dentro del mismo relato. Judith Rodríguez afronta su propio reto de mostrar la cara dura de su personaje sin dejar matices orgánicos que le ayuden a construir y desconstruir su personaje.
Sólo su empeño logra sacar momentos importantes en la que su rostro trata de precisar las dudas del personaje, así como su propia definición sexual o el enfrentamiento a las insinuaciones de Mario el Mago (Manuel Raposo) que la envuelve en un laberinto peligrosamente circunstancial, dejando simbólicamente al personaje de Rafaela ligado a esa misma miseria, clavada en la basura y dejando sus sueños volar por el aire.
Es aquí donde los valores del filme pueden sobrevivir al desequilibrio de su estructura que se vuelve reiterativa y sin avanzar adecuadamente por los distintos planteamientos que la propia historia abre ante los espectadores.
“Rafaela” intenta ofrecer esa visión del cine joven dominicano hacia los temas de marginalidad y violencia. No obstante, se tendrá que seguir avanzando en la construcción de una mirada menos estereotipada y más vivencial.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
Título original: Rafaela. Año: 2021. Género: Drama. País: República Dominicana. Dirección: Tito Rodríguez. Guion: Cristian Mojica. Elenco: Judith Rodríguez, Manuel Raposo, Gerardo “El cuervo” Mercedes, Hony Estrella, Esmailyn Morel, Luinis Olaverría, Anderson Mojica. Duración: 1 hora 33 minutos
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