Mujer Maravilla 1984 (crítica)
Hay que reconocer que “Mujer Maravilla 1984” es una historia de superhéroes o más bien de una heroína que ha sabido cargar con un fardo muy pesado para la franquicia de la DC Comics y que ha revitalizado los componentes esenciales de las historietas que han marcado a varias generaciones.
Lo que hizo la directora Patty Jenkins en su primera parte fue un golpe de astucia por saber manejar los resortes que han hecho tan populares este tipo de historias y afinado su condición de cine popular hasta el convencimiento único de qué es lo que realmente les atrae a las masas.
Sin irse mucho por las ramas Jenkins se atrinchera en otra aventura en la que Diana Prince o Mujer Maravilla (Gal Gadot) se rebela con la más cándida imagen de que es capaz de mantener el interés por el personaje e indicar que puede llevar más allá la franquicia sin ningún obstáculo.
Esta secuela se concentra en un período muy esencial en los Estados Unidos cuando la amenaza nuclear era tan obvia como apretar un botón y lanzar los misiles nucleares sin ningún remordimiento.
En plena Guerra Fría, en la presidencia Reagan, quien fuera el artífice de la expansión de misiles en gran parte del mundo, se desarrolla una historia que no intenta profundizar en un argumento de sobriedad existencial. Por eso, se decanta por la ligereza y el esplendor naif de una historia de aventuras de domingo por la tarde.
La ficción se concentra en el enfrentamiento que Diana tiene con el empresario Maxwell Lord (Pedro Pascal) y su antigua amiga Bárbara Minerva / Cheetah (Kristen Wiig), quien envidia la vida de Diana, su atractivo y carisma, convirtiéndose en un problema para ella cuando Bárbara adquiere poderes sobrehumanos.
Antes, como propuesta de inicio de la película, Jenkins muestra el mundo de las heroicidades en el reino de Diana, siendo apenas una niña, a través de un deslumbrante inicio que sube el tono del filme. No obstante, su recorrido posterior menos llamativo, obedece a la necesidad de contar varios detalles del contexto en que opera las acciones del personaje.
Una premisa que da vueltas en todo momento, es la de los deseos por cumplir y aquellas cosas que podrían estar dispuestas a renunciar. Y para esto utiliza la existencia de una especie de lámpara milagrosa que transforma los deseos en realidad y a la que el empresario Maxwell acude a ella para cumplir sus deseos de poder.
Esta premisa también sirve para traer nuevamente al personaje de Steve Trevor (Chris Pine) como una especie de deja vú para Diana. Pine se muestra anodino y su personaje no posee la misma fuerza que alcanzó en la primera parte.
El filme no rehúye a los planteamientos ingenuos que la reviste de cierta ligereza como la escena del mall donde Mujer Maravilla hace uso de sus condiciones para capturar a unos ladrones, manejado con un estilo que recuerda al “Superman” de Richard Lester.
Si Jenkins pudiera mirar hacia atrás y revisar su idea de la primera parte, se pudiera dar cuenta de que las condiciones de haberse reído de los estamentos de los superhéroes, ahora es como si se rindiera a las propias garantías que han hecho a los superhéroes masculinos objetos de devoción. Aunque Galdot siempre mantiene su perfil el alto, no llega a las honduras psicológicas que la hacen ser una heroína diferente.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
Título original: Wonder Woman 1984. Año: 2020. Género: Fantástico. País: USA. Dirección: Patty Jenkins. Guion: Patty Jenkins, Geoff Johns, Dave Callaham (Personaje: William M. Marston) (Historia: Patty Jenkins, Geoff Johns). Elenco: Gal Gadot, Chris Pine, Kristen Wiig, Pedro Pascal, Robin Wright, Connie Nielsen. Duración: 2 horas 31 minutos.
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