El cine provincial: la otra mirada de nosotros
Paralelamente al cine dominicano más o menos industrial, hecho para los multicines localizados en grandes plazas de la ciudad capital y de otras importantes ciudades del país, existe un cine que camina por un sendero menos privilegiado, pero sin dejar de ser la voz de los jóvenes realizadores de las provincias.
Este cine se caracteriza por ser amateur y sus realizadores no han tenido una educación cinematográfica formal. Es marginal, puesto que solo es exhibido en los pueblos en los que se realiza y no entra a los circuitos normales de distribución y exhibición; y de bajo presupuesto, ya que es realizado con pocos recursos, utilizando los formatos más próximos a su entorno tecnológico. No obstante, ha estado promoviéndose desde hace varios años, aun sin el estímulo de alguna política estatal o institucional, y por esto no está exento de ser reconocido como parte de la cinematografía dominicana por sus aportes a la búsqueda de una identidad nacional.
Algunas iniciativas de este tipo de producciones están a principios de los años ochenta, precisamente cuando las cámaras de vhs (Video Home System) hacen su irrupción en el mercado del audiovisual en el país. Para esos años un joven de nombre Héctor J. Peralta pudo grabar en la ciudad norteña de Puerto Plata una especie de western o vaquerada, reinventando el viejo estilo dentro de un contexto tropical y rememorando ese viejo Oeste de Búfalo Bill, Jesse James, Johnny Guitar o John Wayne. Bajo el nombre de La venganza del viejo Búfalo (1984), Peralta recrea los clásicos enfrentamientos entre el bien y el mal, así como las rivalidades entre el bueno, el malo y el feo.
La filmación se realizó entre septiembre y noviembre de 1983, estuvo editada en abril de 1985, cuando fue presentada en la comunidad deLa Isabelaen un televisor de gran tamaño llevado desde la capital. Solo ha sido vista por pequeños grupos de cinéfilos en exhibiciones privadas. Nunca fue presentada masivamente debido a que, para la época, los sistemas de proyección de video resultaban muy costosos.
En Jarabacoa, Tomás Abreu Abreu, junto al grupo de teatro de la parroquia del Carmen, promueve un intento de realización audiovisual: Amor campesino (1990), producida en vhs y formato digital. Narra la historia de un profesor nombrado en la comunidad de Manabao que se enamora de una joven del lugar, pero encuentra la resistencia del padre de esta por considerar que su presencia ha traído intranquilidad y subversión a los moradores de la zona. Una realización pintoresca solo justificada por el hecho de mostrar los encantos de Jarabacoa y sus principales puntos turísticos.
Freddy Gutiérrez, oriundo de la provincia de Moca, se inició en el cine amateur a través del formato de vhs, logrando dos largometrajes fílmicos que únicamente fueron conocidos en su lugar de origen. El primero se titula Pasión mortal (1995), cinta que remite a los rituales dramáticos sobre el amor obsesivo, y el segundo, Asesino a sangre fría (1999), título evocador de esos thrillers americanos sobre asesinos en serie.
El cineasta amateur Ramón Domínguez, que se hace llamar El Solitario, estrenó el 8 de enero de 1997 en la discoteca Maggie Club de San Cristóbal una especie de crónica social de 45 minutos sobre un personaje urbano que, debido a la precariedad económica, inventa un motor de dos ruedas para transportar pasajeros. De esta manera surgió Johnny el motoconchista, un relato con una fuerte carga social que refleja en clave de comedia las experiencias de un ser humano frente a la realidad que lo circunda.
Después de varios meses de rodaje en San Juan de la Maguana, el director de fotografía y cineasta dominicano Elías Acosta presentó el 21 de septiembre de 2003, en la sala de la Cinemateca Nacional, el trabajo titulado Los inmortales. El filme recoge los episodios en los que se ven envueltos dos grupos de jóvenes narcotraficantes que se disputan el negocio de los estupefacientes.
Para el rodaje de esta historia, Acosta y su equipo técnico utilizaron varios de los espacios históricos de la ciudad, como el parque Sánchez, el abandonado local deLa Guanduleray la catedral.
La película fue realizada en video de alta definición y se convirtió en la primera cinta dominicana que se proyecta en una sala en su formato original, directamente desde el disco duro de una computadora. La producción estuvo a cargo de La Gaveta de los Sueños y un grupo organizado por el periodista Cassandro Fortuna.
El fenómeno provincial acontecido en 2003 en San Juan dela Maguanaempezó a contagiar a otros que, sin ser cineastas ni tener experiencia previa, trataron de sumarse a estas iniciativas sin importar los rigores que el producto fílmico debe poseer.
Otro intento, menos atractivo por su falta de criterio elemental y de rigor cinematográfico, es otro largometraje realizado en Puerto Plata, grabado en video por Víctor Belén en colaboración del Grupo Teatral Comunitario Superación 2000. Se trata de Engaño de ilusión (2004), una suerte de relato sobre unos jóvenes que, frente a la falta de recursos económicos para satisfacer sus ideales de buena vida, se enfrascan en la venta de la drogas dentro de su sector.
Hay otros subproductos del cine dominicano que si bien constituyen parte de nuestra filmografía, se convierten en referentes marginales por la falta de publicidad, pero de todas maneras es correcto incluirlos dentro de un inventario referencial.
Afán: enfrentar o morir (2004) de Julio Mejía, fue realizada en formato digital y ambientada en varios lugares del norte de la República Dominicana, parte de la historia de una pareja cuya existencia cambia radicalmente al grabar por accidente un crimen.
En Bonao, el amateur Pablo Roberto Saviñón, sumándose al uso del video digital, realizó un producto fílmico que constituye una mezcla de géneros y estilos con la intención de focalizar una problemática ecológica de la región. Con Masacre en el Yuna (2004), exhibido públicamente el 9 de enero de 2004, Saviñón cuenta la historia de un asesino en serie que ronda por los alrededores del río Yuna, asesinando a todo aquel que se encuentra en el lugar.
Otro joven realizador también aportó en 2004 una producción que expandió la posibilidad filmográfica nacional desde las provincias. Se trata de Carlos Manuel Plasencia, quien escribió, dirigió y produjo La cortina del palacio, un proyecto iniciado en 2001 por Entanga Pictures, y que finalmente logró concluir para su exhibición en agosto de ese año en la Cinemateca Nacional. Grabada en la ciudad de Jarabacoa en formato de video digital, recrea una historia de amor de dos jóvenes que tienen que vencer los obstáculos que se oponen a su unión.
Plasencia construye una historia con visos bucólicos, explotando las bellezas naturales del entorno, y centra el relato por el lado más conveniente posible y sin complicaciones para el espectador. La ingenuidad de la interpretación de sus actores noveles impide una apreciación profesional del filme, aunque en algunos momentos se advierte cierta frescura.
De forma similar, Jorge L. Domínguez e Isaura M. Feliz se introducen en esta corriente audiovisual y concretan en el año 2005 el largometraje titulado El narcotráfico, una especie de redundancia sobre la violencia callejera cuyos personajes están marcados por la incertidumbre existencial a través de una historia propuesta sin ningún rigor cinematográfico.
Andrea (2005), dirigida por Roger y Frankeli Bencosme, es una especie de thriller con tintes fantasmales cuya historia gira en torno a una cruz que es desenterrada de una tumba por el personaje llamado Andrea, lo que ocasiona que un espíritu decida perpetrar una vieja venganza. La película logró, pese a su producción provincial, explorar otro género lejos de las comedias y producir una nueva corriente para producciones futuras.
En 2012 la segunda propuesta de este realizador, titulada Lascivia, presenta la historia de una mujer que llega a una comunidad rural para ayudar a un grupo de niños con su escolaridad, pero cuya belleza despierta el deseo carnal de un hombre del lugar con poder económico.
En 2008 otra realización rural toma la misma ruta para proponer distintos matices del terror criollo. Las cenizas del mal, de Javier Vargas, se centra en unas muertes extrañas ocurridas en varios pueblos de la costa norte de la República Dominicana.
La condición de cine amateur, no profesional, es responsable de fallas elementales concretadas en las deficiencias en las actuaciones y en algunos aspectos técnicos, pero por encima de estas limitaciones se trata de un cine que busca encaminarse por un futuro que le favorezca mejor.
No se puede evaluar con criterios estrictos. Estamos ante una experiencia interesante a pesar de las deficiencias técnicas y del guión. Este trabajo de estudiantes patrocinado porla UniversidadTecnológicade Santiago trata el tema de los cultos satánicos e intenta dejar clara una postura de esta institución académica sobre la problemática de los adolescentes de hoy en día.
Navarrete (2007), filmado en Santiago de los Caballeros por Rinel Ozoria, se inserta en el grupo de propuestas provinciales con el compromiso de ofrecer otra perspectiva a la temática desarrollada en las provincias. Narra la historia de un amor imposible entre un joven comunista y la hija de un poderoso narcotraficante del pueblo.
La producción procedente de Nizao Tu mundo en la calle (2008), de Mario Melvin Díaz, presenta una visión cruda y descarnada sobre las vivencias de muchos jóvenes de hoy con respecto al tráfico de drogas.
Para Boccaccio Guzmán, su ciudad natal, Cotuí, ha sido el contexto ideal para desarrollar una serie de historias de terror que lo han convertido en el joven realizador provincial con más largometrajes de ficción desarrollados. Con La reliquia (2008), El mito ciguapa (2009), El bosque (2009) y Katherine (2012), este último en el género de acción, ha marcado un estilo propio, ajustándose a las convencionalidades del formato hd para relatar sus historias.
El Grupo Creativo Chocolate y Chokitos Films, realizó la primera película en la ciudad de Nagua. Esta iniciativa siguió a otra dela Dirección Provincialdel Ministerio de Cultura, a través del Programa Educativo de Cine, consistente en un taller para promover una mejor comprensión del arte cinematográfico, estimulando y enriqueciendo la cultura cinematográfica local.
Ei Delivery (2009), bajo la dirección de Rafael Enrique Correa Pérez, se convirtió en la primera producción fílmica realizada localmente en el género de la comedia. Se trata de una historia basada en el humor repentista que trata sobre un joven mensajero de colmado que desea ir más allá de su trabajo, lo que le provoca grandes problemas.
CINEMA DOMINICANO
Visitas: 13
No Comment