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«Dos policías en apuros», la pareja dispareja

“Dos policías en apuros” no trata de inventar nada que ya se haya visto. Foto: Imakonos Films.

SANTO DOMINGO.- Francisco Disla es un cineasta que no le teme a los riesgos en su carrera. Su primera experimentación en el cine fue por el camino del terror con “El Hoyo del Diablo” (2012) para luego fraguar su interés con la comedia coral “Un lío en dólares” (2104).

Ahora, abrazando nuevamente el género, Disla construye un filme que busca todas las buenas fórmulas de los relatos paródicos muy recurrentes en el cine norteamericano, para “aplatanar” ciertas reglas y ofrecer un producto criollo con cierto nivel de aceptabilidad.

“Dos policías en apuros” viene a remarcarse en el subgénero de las “buddy movies” o películas de amigos, con una historia en la que dos policías locales se unen a un agente del FBI para investigar una red internacional de bandidos que se han posicionado en República Dominicana.

Disla se aferra a todos los recursos posibles para llevar esta comedia por la mejor zona de realización, pero en su proceso son varios los factores que no alcanzan el nivel de empuje necesario.

Las situaciones discurren dentro de un panorama de confusión exagerada puesto que los dos policías interpretados por Fausto Mata y Manolo Ozuna, se encargan de revolver todo el espacio.

Su secuencia de apertura es un cuadro pintoresco de realización que pretende marcar inmediatamente el ritmo de la comedia y así aclarar la personalidad del personaje de Fausto Mata quien es un policía con pocas luces y que trata de ser lo que su padre espera de él.

Mientras que el de Ozuna, policía experimentado, busca la razón de su accionar evitando la intervención de su compañero. Estas personalidades dispares son las que tendrán que lidiar durante todo el proceso de la historia, protagonizando las situaciones aunque dejando caer los andamios que la sostienen.

En los momentos de mayor acción, la comedia se construye bajo un panorama de tarea progresiva moviendo todo su cuerpo hacia la vía más directa, pero su ritmo interno queda reducido por su baja calidad pirotécnica y su mezcla de sonido. Este factor es uno de los más resentidos en la película.

Como contraparte internacional están los actores Sebastian Rulli, Raul Carbonell como los agentes del FBI y Adrian Uribe como el villano de la historia, un personaje de pasarela que trata de encajar y mostrar su versatilidad, aunque su perfil sea caricaturesco.

Argumentalmente pudo ser más consistente, pues posee todos los elementos para ser una comedia equilibrada: dos personajes dispares, un buen conflicto para resolver, un villano elemental y un espacio criollo para jugar con la idiosincrasia dominicana.

De todas maneras, “Dos policías en apuros” no trata de inventar nada que ya se haya visto. Lo que espero es que su realizador continúe su visión de construir mejores productos dentro del género para beneficio de la propia cinematografía local.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO

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