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«Dos compadres y una yola», una comedia naufragada

Félix Peña, que alguna vez tuvo su visibilidad en los entuertos de la comedia televisiva, no logra, ni como guionista, director, ni actor, solventar las carencias de la producción. Foto: Yate Films.

SANTO DOMINGO.- Cuando se asume la realización de una producción cinematográfica hay que asumirla con rigor, con sentido de utilidad fílmica y con el objetivo de ofrecer un producto que posea los niveles estándar de calidad. Si no se tiene la idea de lograr estas condiciones, es mejor no hacerla.

Dos compadres y una yola” tiene la facultad no cumplir con ninguna de estas condiciones, pues su rigor cinematográfico, al parecer, se fue por la borda por la incongruente narrativa que no deja espacios para hacer una correcta evaluación de su situación fílmica.

Lo que se intenta narrar esta comedia es la historia de dos taxistas que acuden a un servicio de transporte en un hotel para ofrecer sus servicios a dos turistas puertorriqueñas. Inmediatamente ellos quedan prendados de su belleza a los que también son correspondidos. Una vez estas dos turistas regresan a Puerto Rico, los dos compadres deciden irse en yola para buscarlas.

Pero lo que encuentran es una serie de situaciones que lo colocan en peligro de muerte por el marido de una de ellas. Este periplo es la justificación para contar un cuento mal contado por su estructura y por la actividad de sus actores. Aquí todo se convierte en un revoltillo (el reclamo sentimental, la investigación policial, el agente encubierto y el capo boricua) donde nada luce convincente por la falta de funcionamiento de sus recursos técnicos y narrativos.

Lo que posiblemente pudiera ser trazos de sensibilidad social frente a los viajes ilegales envuelta en una historia romántica y con ribetes de comedia de situación, todo, lamentablemente, se diluye por su incorrecta exposición.

El espacio temporal se pierde y no se distingue cuando ocurren los hechos a los personajes de Félix Peña y Tony Pascual en su estancia en Puerto Rico que, al decidir regresar al país, lo hacen en la misma yola que navega y con los mismos ilegales que los trajo.

Félix Peña, que alguna vez tuvo su visibilidad en los entuertos de la comedia televisiva, no logra, ni como guionista, director, ni actor, solventar las carencias de una producción que desde un principio se torna al fracaso. Si se quiere levantar la precaria imagen de la comedia dominicana en el cine, este no es el mejor ejemplo.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO

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