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“Botija”, ingenuidad desenterrada

El manejo de Fabián adolece de poco rigor, convirtiendo esta obra más que un salto profesional en un producto amateur, con pocas condiciones para manifestarse como un filme adecuado. Foto: 20 20 Films

SANTO DOMINGO.- Es válido reconocer que si no existiera la ley de cine muchos realizadores no hubieran podido materializar un proyecto cinematográfico.

Esta ventaja que hoy se goza dentro del quehacer audiovisual local, ha sido aprovechada por muchos que, sin contar con experiencia suficiente, se han lanzado hacia la aventura de un proyecto cinematográfico.

Este es el caso del que escribió y dirigió el filme en cuestión titulado “Botija”, un filme que trata de hurgar en la leyenda popular pintado de thriller y drama.

Un campesino de nombre Agustín Frías tiene conseguir dinero para pagar los honorarios médicos del trasplante de riñón de su adorada nieta Karina. Esto lo obliga a disponerse a desenterrar una botija acompañado por tres individuos que se hacen pasar por periodistas y están dispuestos a quitarle la fortuna.

Con esta simple sinopsis Fernando Fabián, su realizador, trata de manejarse por los vericuetos del lenguaje cinematográfico, resolviendo sobre la marcha una estructura y guión que decae en cada momento.

La ingenuidad con la cual aborda el tema deja de lado muchas de las cuestiones fundamentales sobre el uso correcto de la estructura narrativa, los diálogos y las propias intenciones del filme en términos de obra cinematográfica.

El manejo de Fabián adolece de poco rigor, convirtiendo esta obra más que un salto profesional en un producto amateur, con pocas condiciones para manifestarse como un filme adecuado.

Posiblemente el abordaje fotográfico puede considerarse lo más próximo a las intenciones de dotar el filme con los elementos necesarios para hacerlo potable en cuanto a su técnica y visual. El trabajo de Geovanni Cuevas, en la cinematografía, a pesar de la carencia argumental que posee la historia, saca a relucir un trabajo profesional digno sobre el lenguaje que compone la cámara y las luces.

No obstante, las actuaciones declinan la película hacia lugares poco favorables, a pesar del esfuerzo de Miguel Ángel Martínez por preocuparse que su interpretación sea lo más real posible. El problema es que los demás no compensan un ritmo actoral suficiente para identificarse con los personajes.

“Botija” pudo haber sido un trabajo interesante por el acopio del elemento popular dominicano de esa leyenda rural, pero su resultado se queda como un simple boceto que tenía que esperar madurarse mejor.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO

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