«Pobres millonarios», ricos imperfectos
SANTO DOMINGO.-La comedia de risa fácil ha sido la constante en el cine de Roberto Ángel Salcedo y, al parecer, le ha resultado muy bien en términos de taquilla.
Si esta fórmula le ha funcionado juzgo que no la va a cambiar, puesto que él ha entendido que la ligereza de contenido de sus películas es lo que vende hacia ese gran público que lo sigue.
El realizador dominicano, con más películas producidas, intenta mostrar una cara afable de sus historias, siempre con un ingrediente de lección para sus protagonistas que asumen distintas posiciones morales según las circunstancias manejadas a lo largo del trayecto de la historia.
“Pobres millonarios” no dista mucho de las anteriores premisas planteadas por su director y guionista. Esta vez juega con la mala jugada del destino hacia sus protagonistas para recrear un panorama de egos, hedonismos por la vida frugal y fácil.
Nuevamente la familia es el pivote central de su historia, esta vez, marcada por un conjunto de personajes que pululan dentro de un relato como moscas encima de un pastel.
Es la historia de Los Morales, una familia adinerada acostumbrada a gastar desmedidamente el dinero que proviene de la empresa del patriarca que, tras la muerte de este, se ven obligados a cambiar su estilo de vida en la medida que se van quedando sin dinero.
Salcedo busca los motivos esenciales para desmitificar una familia de clase adinerada y las consecuencias del despilfarro de la fortuna. Esta es su idea principal que se ajusta en la disposición en que se van desarrollando los hechos que motivan el descalabro de su patrimonio.
Una idea nada original que ha pululado dentro del cine norteamericano y hasta el hispano que se ha solucionado entre las distintas variantes sobre el tema. En el caso dominicano, Salcedo no se preocupa por buscar soluciones convincentes y maneja el relato con cierta torpeza, pero augurando un final aleccionador que trata de compensar los desajustes de su desarrollo.
La comedia posee dos partes esenciales: la existencia fácil, adinerada, donde todo es gastar a todo dar y, la otra, la mudanza hacia el barrio cuando todo vestigio de abundancia ha desaparecido, tratando de proponer el contraste de estilos de vida donde la sofisticación de la dinámica en los residenciales de clase alta se contrapone a la sencillez y sobrevivencia de la barrial.
Aquí los personajes de ambos mundos colisionan en un mismo punto geográfico y es la oportunidad para describir a la “salonera”, el prestamista, el “colmadero” y como estos se relacionan con los nuevos llegados al barrio. Pero también para mostrar otros que de una manera u otra desarrollan una función social dentro de estos estratos sociales.
El elenco de esta comedia busca ajustarse a las posibles misiones dentro de cuadro. Con actores y actrices recurrentes como Manolo Ozuna, Franklin Domínguez, Radhamés Espíritu, Gabriela Desangles, Bolívar Valera, Jalsen Santana y Karla Fatule, se unen Manny Cruz, Diana Filpo, como esa impertinente doméstica y María Castillo, quizás, el gran valor añadido que posee esta comedia.
Un aspecto interesante que puedo señalar es que las últimas producciones de Salcedo han mejorado en su parte técnica, con una fotografía reformada, unas angulaciones más detalladas, escenas mejor logradas (como ese diluvio urbano en el barrio pobre) y una dirección artística correspondientes al tipo de comedia contemporánea.
No obstante, los perfiles de sus historias no han mejorado tanto como su parte técnica, dejando muchas posibilidades de desarrollo artístico personal que le podría merecer mejores epítetos a sus producciones.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
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