«Súper Papá», un viudo sin cabeza
SANTO DOMINGO.- La décima producción cinematográfica como director de Roberto Ángel Salcedo, una carrera iniciada como protagonista en “Mi novia está de madre” (Archie López, 2007), pero no fue hasta que se inició en las lides de realizador con “Megadiva” (2009), evidencia, nueva vez, una visión irregular de cómo debe ser una comedia, por lo menos constructiva en términos argumentales.
Roberto Ángel, al parecer, entiende que para hacer reír sólo basta con contemplar un cuadro de situaciones absurdas y personajes que sustenten este escenario. Este ha sido siempre su tesis planteada una y otra vez en todo lo que ha escrito y protagonizado (también en los casos en que no ha sido protagonista).
La tesis planteada en “Súper Papá” no dista mucho de sus anteriores filmes. Nuevamente, asumiendo el protagonismo, Roberto propone, esta vez, la historia de Juan Antonio quien, tras la muerte de su esposa, queda viudo a cargo de los seis hijos que engendró con ella (al menos así se asume). Los padres de la que fue su esposa deciden, a través de los caminos legales, demandar la custodia de sus nietos, puesto que ellos asumen que Juan Antonio es bastante inestable para manejar esta situación de crianza. Pero él pondrá todo de su parte, junto a sus hermanos y amigos, para realizar un plan e impedir que esto suceda.
Servido este argumento sobre la mesa narrativa, Roberto, entonces, inicia un coctel de ingredientes para solucionar una historia plagada de personajes estereotipados y sin miramientos por los clichés malsanos que se puedan presentar.
Por ejemplo, la figura del homosexual dentro de una comedia familiar, es una situación que no contribuye a aclarar ciertos tabúes, no por la presencia de ellos (en las interpretaciones de Francisco Sanchís y Radhamés Espíritu), sino por su uso estereotipado y decadente que se hace de los mismos.
Todavía jugar con este modelo de “la loca” es jugar con una figura que ya ha sido reivindicada en su justa dimensión hasta por el cine hollywoodense. Es un claro ejemplo de que todavía, en el contexto dominicano del cine y la televisión, ciertos elementos no han sido superados.
Nuevamente la figura de la mujer es mutilada por una distorsión malsana jugando con elementos y códigos que no contribuyen a subsanar estereotipos ampliamente difundidos en los medios de comunicación.
De entrada, la primera que es eliminada es la figura principal que sería la esposa de Juan Antonio la cual es una ausente permanente (sólo rescatada en un flashback), convirtiendo a Juan en un viudo torpe de clase media alta que para justificar la casa que posee, se señala que fue regalada por su suegro, puesto que él trabaja en una mueblería.
Peor aún, Roberto sustituye el rol de la esposa por el de la nana, pero contribuyendo a una desviación social de su rol y convirtiéndola en una especie de megadiva y, además, insertando este personaje en el seno de la familia.
Sólo el personaje de la pediatra (Denise Quiñoñes), aunque insípida, intenta mostrar el lado amable, puesto que la abuela (Yamilé Scheker), de entrada, es ya una villana.
Los demás roles circundan un espacio narrativo hartamente usados en los otros filmes de este realizador como la presencia del abogado manipulador en la que Manolo Ozuna, repetitivo, pero mueve la risa y es el que mejor control del espacio posee.
Los niños, supuestamente las figuras centrales, no logran complementar este cuadro infantil donde ellos pudieron resolver mejor las cosas. Sólo se mueven bajo las directrices de un limitado espacio.
“Súper Papá” es la síntesis de un ejercicio cinematográfico que Roberto Ángel Salcedo ha desarrollado en todos estos años y que sólo él sabrá que significará esto en el futuro.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
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