Pedro Páramo (crítica)
SANTO DOMINGO.- “Pedro Páramo”, obra del mexicano Juan Rulfo y considerada una obra maestra del realismo mágico y de la literatura latinoamericana, ha tenido siempre desafíos en su adaptación cinematográfica.
Por ejemplo, la versión de 1967 de Carlos Velo fue la primera adaptación que, aunque intentó mantenerse fiel al texto, la película tuvo una recepción mixta, ya que algunos críticos consideraron que era difícil trasladar la atmósfera y la complejidad narrativa de la obra de Rulfo al cine. Luego está la adaptación de 1978 de José Bolaños realizada para la televisión que buscó explorar la narrativa en un formato mucho más íntimo.
Además de las películas, ha habido interpretaciones libres de la obra en el teatro y formatos audiovisuales como cortometrajes y documentales que exploran los códigos sustanciales del realismo mágico que envuelve el universo de esta novela.
Ahora con la nueva adaptación que realiza el maestro del lente Rodrigo Prieto para Netflix quien ha dirigido la cinematografía de importantes obras como “Amores Perros” (González Iñárritu, 2000), “Los Asesinos de la Luna” (Martin Scorsese, 2023) y “Secreto en la Montaña” (Ang Lee, 2005), éste se enfrenta a un desafío monumental pues también intenta trasladar el espíritu fragmentado y onírico del texto original, para recrear con precisión la atmósfera fantasmagórica del pueblo de Comala.
Sin embargo, ciertos elementos del libro, como la multiplicidad de voces y los saltos temporales abruptos, son simplificados en el filme, probablemente para hacer la narrativa más accesible al público general. Esta simplificación no compromete la esencia emocional de la obra, ya que la película se mantiene fiel a los temas centrales como la muerte, la culpa y el abandono.
El ojo cinematográfico de Rodrigo Prieto es uno de los puntos más destacados de la película. Prieto emplea un uso magistral de la luz y la sombra para reflejar los estados emocionales y la atmósfera espectral del pueblo de Comala.
Los tonos desaturados y los paisajes áridos evocan el vacío emocional de los personajes, mientras que los contrastes marcados entre luz y oscuridad representan la tensión entre la vida y la muerte. Asimismo, los planos largos y contemplativos permiten al espectador adentrarse en el espacio casi inmóvil de Comala, donde el tiempo parece suspendido.
Su estructura narrativa conserva la fragmentación del libro, pero con mayor cohesión visual. Los flashbacks y las escenas del presente se entrelazan de manera fluida, gracias al montaje que utiliza transiciones orgánicas y simbólicas.
La puesta en escena refleja una atención meticulosa al detalle pues la arquitectura de los espacios hasta el vestuario desgastado de los personajes, contribuye a crear un universo visualmente consistente.
El diseño de producción recrea un Comala que parece atrapado en un limbo temporal, un lugar donde los fantasmas y los vivos coexisten de manera natural. Los escenarios desolados y los interiores sombríos reflejan la decadencia moral y física de los personajes, en especial de Pedro Páramo, cuyo poder destructivo resuena en todos los aspectos visuales.
Las actuaciones complementan esta dimensión visual intentando transmitir el peso emocional y la resignación existencial de sus personajes como la interpretación de Manuel García-Rulfo como Pedro Páramo, de Tenoch Huerta como Juan Preciado, hijo de Pedro y Dolores Heredia como Duviges.
El guion de Mateo Gil, un habitual guionista de las mejores películas del español Alejandro Amenábar como “Tesis” (1996), “Abre los ojos” (1997) o “Mar adentro” (2004), se asegura de que los temas centrales de la novela se mantengan en el filme como la relación entre el poder y el abuso, la conexión entre el pasado y el presente, y la inevitabilidad de la muerte y donde ayuda a Prieto a integrar simbología visual como las puertas abiertas, los caminos desolados o velas encendidas.
Sin embargo, algunos simbolismos presentes en el libro, como la relación entre la tierra y los muertos, se sienten menos desarrollados en la película, dejando espacios abiertos a la interpretación del espectador.
“Pedro Páramo” de Rodrigo Prieto es una adaptación que posiblemente no sea del todo aplaudida por el público, no obstante honra la obra de Rulfo y logra transmitir el carácter onírico y espectral de la historia, invitando a los admiradores de la novela como a los nuevos espectadores a reflexionar sobre el poder destructivo de la memoria, el arrepentimiento y la muerte.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
Título original: Pedro Páramo. Año: 2024. Género: Drama. País: México. Dirección: Rodrigo Prieto. Guion: Mateo Gil. Novela: Juan Rulfo. Elenco: Manuel García-Rulfo, Tenoch Huerta, Dolores Heredia, Ilse Salas, Mayra Batalla. Duración: 2 horas 3 minutos
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