Doctor Strange en el Multiverso de la Locura (crítica)
SANTO DOMINGO.- Para los fanáticos del director Sam Raimi el haber sido elegido como el responsable para construir los nuevos cimientos de la gran torre que ha de ser la arquitectura de la nueva era de Marvel, es una recompensa a un realizador que ha sabido viajar por los distintos universos de la fantasía y el terror, pero también de la sincronía argumentativa que cada vez debe ser atractivo para los fanáticos de los comics.
El ofrecer una nueva visión a las travesías del Dr. Strange (Benedict Cumberbatch) que, en cierta forma mejora la calidad de los nuevos superhéroes, es tomar su apetecible transformación y proyectarlo como un relojero del tiempo que, en casos atípicos de su misma morfología, vendría a reconfortar las apetencias de las audiencias más exigentes.
Raimi, ahora con veinte años más viejo y más sabio después de su última aventura con Spiderman, refleja su talento más mordaz en ofrecer una aventura que une su pericia en el negocio con el estudio del comportamiento de los nuevos públicos sin que esto lo desvincule del objetivo inicial de este reciente capítulo.
A diferencia de los hermanos Russo y de Jon Watts, Raimi se aleja de la parafernalia circense de Los Vengadores y su pletórico argumento sobre la justicia y el deber a la defensa de la humanidad, para devolver un cine más acomodado a las virtudes de los héroes de antaño que cabalgan hacia un horizonte lejano sin saber qué encontrarán cuando el sol se oculte entre las montañas.
Lo que hace el Doctor Strange es recorrer las complejas y peligrosas realidades alternativas del multiverso para enfrentarse a cada una de las calamidades que se abre ante sí. Benedict Cumberbatch está más que sugestionado en este episodio por las vueltas que le trae el destino a volver a interpretar a Strange, obligándolo a convencerse y a persuadir a los demás de que su aportación posee un gran peso.
Doctor Strange en el Multiverso de la Locura inicia en el punto dejado en Spider-Man: No Way Home (2021) y la serie Bruja Escarlata y Visión (2021), con Doctor Strange tratando dominar las vueltas del multiverso mientras se enfrenta a la Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen) que anda empeñada en buscar en cada universo la felicidad perdida. Para esto necesita capturar a la joven América Chávez (Xochitl Gomez) quien es capaz de saltar entre las creaciones, al parecer, de manera involuntaria, y cuyo poder le daría a Bruja Escarlata la capacidad de controlar cada uno de los mundos y espacios cósmicos.
Pero también retoma la historia de Strange hacia el rol de la doctora Christine Palmer (Rachel McAdams) como una alternativa de las cosas que puede solucionar dentro de su convulsionada existencia. No obstante, Palmer se queda como un espectro paralelo que, al igual que su primera aparición, no logra afianzarse en este episodio.
De todas maneras, Raimi no tiene miedo en mover los cimientos de la estructura `marveliana´ y concentrarse en detalles simbólicos y guiños que el público disfrutará con el mejor convencimiento de esos títulos que le dieron status en la industria como The Evil Dead (1981), Darkman (1990) o Army of Darkness (1992).
Tampoco tiene miedo en ofrecer, con todo y su parafernalia operística, con todo y la sobre abundancia de efectos y su humor proyectado en las situaciones y en los personajes, un panorama realmente distinto, un nuevo concepto del superhéroe encarnado en ese hechicero que incorpora la compleja relación entre el espacio y el tiempo en el universo.
Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es un paso distinto en la transformación de ese cosmos que Marvel ha estado buscando para poder sobrevivir a todas las realidades alternativas de su futuro.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
Título original: Doctor Strange Multiverse of Madness. Año: 2022. Género: Aventura. País: USA. Dirección: Sam Raimi. Guion: Michael Waldron, Jade Halley Bartlett. Cómic: Steve Ditko, Stan Lee. Elenco: Benedict Cumberbatch, Elizabeth Olsen, Benedict Wong, Rachel McAdams. Duración: 2 horas 6 minutos
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