A tiro limpio (crítica)

SANTO DOMINGO.- “A tiro limpio”, dirigida por Jean Guerra, se inscribe en el incipiente pero creciente panorama del cine de acción dominicano. La película retoma y expande la premisa presentada en su cortometraje homónimo de 2013 donde, como un ejercicio cinematográfico, ofrecía el enfrentamiento de un ladrón profesional con un capitán de la policía que buscaba atraparlo a toda costa.
La propuesta de este largometraje está centrada en enfrentar a tres hombres marcados por la violencia: Frank (Frank Perozo), ladrón profesional movido por la venganza personal hacia el empresario corrupto Mario Ricardi (Manny Pérez) y el capitán Portela (Félix German) que lo persigue bajo una deuda moral.
Desde su concepción, el largometraje plantea un enfrentamiento donde la justicia se presenta como un terreno ambiguo, más cercano a la moral subjetiva que a la ley institucional. Narrativamente, la obra articula una estructura clásica del cine de acción donde hay personajes representando la ley, antagonistas que accionan bajo un concepto moral propio y un desenlace de confrontación directa.
En este caso, el guion escrito por Gustavo Alberto López y Miguel Yarull introduce matices dramáticos donde ni Frank ni el capitán Portela representan un ideal absoluto de justicia; más bien, ambos personajes encarnan distintas formas de violencia legitimada, unido a la del empresario Ricardi que representa parte del contexto social dominicano donde la justicia institucional hacia estos personajes suele ser cuestionada.
Analizando un poco más este aspecto se puede observar que los personajes protagónicos sostienen la trama adecuadamente, aunque su caracterización oscila entre lo concreto y lo esquemático. Frank adquiere cierta profundidad al ser movido por motivaciones personales y no únicamente criminales, mientras que Portela encarna la figura del deber moral que roza lo obsesivo. No obstante, las dinámicas interpersonales entre ellos podrían haberse explorado con mayor densidad dramática, para acentuar el choque de visiones sobre justicia y venganza.
Aunque el guion mantiene la tensión a lo largo del metraje, algunas subtramas secundarias, particularmente aquellas relacionadas con protagonistas secundarios -algunos que se adicionan como el de Rafa, interpretado por Josué Guerrero o el traficante de armas, Kiko El Crazy, dentro del entorno criminal y policial-, resultan superficiales; mejor funcionan al ritmo de la acción que a la construcción de un universo narrativo robusto el cual responde más a un cine de entretenimiento inmediato que a un relato profundo de situación y personajes.
Aunque puedo afirmar que la dirección de Guerra evidencia un claro aprendizaje desde el cortometraje de 2013. Su versión corta privilegiaba la intensidad de una situación puntual, con el asalto y el enfrentamiento en el túnel con la policía, en el largometraje se percibe un despliegue más elaborado de la acción con construcción de escenas coreografiadas.
La fotografía de Francis Adamez apuesta por un estilo urbano, con paletas contrastantes que refuerzan la dureza del relato. Las tomas cerradas en los tiroteos transmiten claustrofobia y proximidad al peligro, mientras que los planos abiertos en exteriores urbanos destacan la geografía del conflicto.
A esto se le agrega el uso del sonido que enfatiza los disparos, explosiones y choques físicos con realismo, evitando la saturación artificial adjunto a una banda sonora que funciona como un acompañamiento atmosférico más que como un recurso invasivo.
Este uso de la imagen conecta con tendencias vistas en “Código paz” (2014) y Carta blanca (2021) ambas de Pedro Urrutia. También con otras cintas de acción realizadas en el contexto dominicano como “El Sistema” (Humberto Espinal, 2006) o “La Soga” (Josh Crook, 2009), aunque Guerra opta por un acabado más estilizado y crudo, lo que aporta identidad propia.
Considero que el legado del cortometraje resulta central para comprender la obra. Si en aquella pieza breve Guerra exploraba la violencia como evento estético, en 2025 busca insertarla en un marco narrativo más complejo sobre los costos morales de la acción violenta.
Comparada con otras producciones dominicanas del género, “A tiro limpio” ocupa un lugar intermedio, la película se erige como un eslabón significativo en la consolidación de un cine de acción dominicano que, aunque todavía en construcción, tiene que diferenciarse del modelo hollywoodense.
Y esta diferenciación debe ser establecida mediante la integración de referentes locales como los espacios urbanos dominicanos, para que no se muestren como meros escenarios, sino como territorios atravesados por la violencia y la desigualdad, privilegiando una visión más directa y contemporánea del conflicto social que vive la República Dominicana y que el cine dominicano tiene la oportunidad de reflejarlo en toda su expresión.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
Título original: A tiro limpio. Año: 2025. Género: Acción, Thriller. País: República Dominicana. Dirección: Jean Guerra. Guion: Gustavo Alberto López, Miguel Yarull. Elenco: Manny Pérez, Frank Perozo, Solly Duran, Josué Guerrero, Tony Almont, Josué Guerrero. Duración: 1 hora 34 minutos
Visitas: 0
No Comment