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En la era del streaming: estrategia, economía y calidad

SANTO DOMINGO.- En los últimos diez años la televisión norteamericana ha experimentado cambios sustanciales en la manera en que manejan sus productos de consumo masivo. De un régimen industrial, donde las cadenas eran abiertas y encadenaban 22 a 24 episodios por temporada para una serie, se pasó a un ecosistema donde las temporadas son más cortas (8 a 13 episodios, con 10 como número modal) y los plazos de producción más largos han pasado a ser las normas actuales.

Ese cambio no es casual pues obedece a una combinación de razones creativas que van desde la calidad narrativa, como el escritor-showrunners con mayor control, hasta la implementación de costos más elevados por episodio en la necesidad de optimizar vida útil del contenido, agregando a esto nuevas estrategias de gestión del calendario de lanzamientos. Esta transformación está bien documentada por los análisis sectoriales que miden demanda y calendario de producción.

EL DIAGNÓSTICO DE PARROT ANALYTICS
Por ejemplo, los estudios de Parrot subrayaron en 2023 que la industria está reajustando su calendario de producción y lanzamiento para maximizar “demand lifetime”, es decir, la cantidad de atención y valor que cada título genera a lo largo del tiempo en lugar de priorizar volumen inmediato.

Parrot enfatiza que las plataformas usan datos de demanda para escalonar estrenos y evitar la canibalización entre títulos. Eso explica en buena medida por qué la cadencia anual rígida se ha vuelto menos frecuente: las ventanas y el posicionamiento estratégico importan tanto como el propio contenido.

En un análisis de Vulture explica que el modelo de 10 episodios frente al estándar histórico que anteriormente la TV de red necesitaba 22 a 24 episodios para llenar parrillas de nueve meses; el cable premium y luego el streaming, han reducido el conteo de 10 a 13 episodios por temporada para focalizar la calidad y la narración serializada.

La regla no escrita “10 episodios es el número dulce” aparece reiteradamente en la industria: permite arcos compactos, presupuestos más altos por capítulo y una curva de producción más concentrada, lo que mejora la reputación de marca del producto. Resultados críticos y comerciales recientes han reforzado ese modelo.

LA COMPLEJIDAD TÉCNICA COMO FACTOR DE DEMORA
La complejidad técnica y de escala sube los tiempos pues más efectos visuales, rodajes en múltiples localizaciones internacionales, producción de alta calidad (cámaras, diseño de producción, construcción de sets inmersivos) y postproducción intensiva (VFX, mezcla sonido, color) exigen periodos de rodaje y posproducción más extensos.

Muchas series hoy gastan más por episodio que producciones enteras de hace una década, por lo que los calendarios se estiran para proteger la calidad final. La escasez de talento disponible y la competencia por showrunners/estrellas aumentan las ventanas entre temporadas.

Los creadores de éxito pasan a otros proyectos, los contratos y las agendas laborales (y gremiales) complican la continuidad rápida. Además, las temporadas reducidas requieren un proceso de escritura más denso y reposado: la curva de pulido de guion y la reescritura para entregas de alto impacto exige más tiempo que la producción en cadena.

HUELGAS Y RELOCALIZACIÓN
Las huelgas de guionistas/actores, sus secuelas contractuales y la reubicación de rodajes por incentivos fiscales, causaron retrasos notables en calendarios que antes eran previsibles. En paralelo, los estudios y plataformas reajustan estrategias después de la valoración crítica de sus modelos de suscripción, lo que ha contribuido a rachas de “hibernación” creativa y a esperas más largas entre temporadas. Esto forma parte de un ajuste macro que también se refleja en las cifras de producción de centros tradicionales como Los Ángeles.

Esta registró una caída significativa en días de rodaje en comparación con el pico de años anteriores; informes de FilmLA y cobertura especializada señalaron que la producción local terminó 2024 por debajo de niveles recientes (con menos días de filmación para TV y cine en sitio), aun cuando el cuarto trimestre mostró cierta recuperación.

El dato es revelador: parte de la reducción responde a desplazamientos por incentivos en otros estados/países y a la restructuración de la producción por parte de las plataformas. Esa pérdida de ritmo en Los Ángeles es tangible en la disponibilidad de los equipos técnicos y en la presión sobre calendarios para proyectos que sí eligen rodar allí.

Varias plataformas han impuesto pausas largas y a veces de hasta dos años por razones estratégicas como “eventizar” el regreso y evitar fatiga de audiencia; alinear ventanas internacionales, emisiones lineales y acuerdos de licencia; permitir que la demanda se “recicle” y que cada temporada funcione como un relanzamiento comercial, con campañas de marketing concentradas; administrar costes y riesgo y recalibrar el contenido si cambia la demanda. En términos simples la escasez controlada se usa como herramienta de marketing y de optimización financiera.

EL PAPEL DE LA ECONOMÍA DEL STREAMING
Las plataformas estudian el valor económico de cada título en términos de retención de suscriptores, adquisición de usuarios y monetización secundaria (licencias, ventas internacionales, merchandising).

La ecuación ya no es “más horas visibles = mejor”, sino “más impacto por dólar invertido”. Esto empuja a invertir en temporadas más cortas y esforzadas, y a espaciar lanzamientos para maximizar la vida comercial de cada propiedad intelectual. Cuando el costo por episodio sube, extender los plazos, en vez de aumentar volumen, puede ser la decisión más racional financieramente.

Por ejemplo, la serie médica de Max “The Pitt” (estrenada en enero de este 2025) funciona como caso testigo: su primera temporada tuvo un orden inusualmente largo (15 episodios) y una estrategia de lanzamiento que combinó la “appointment television” (con horario determinado) semanal con producción intensiva, además fue renovada rápidamente y arrancó rodaje de la siguiente temporada en un plazo corto, alterando la idea de que toda producción “premium” debe espaciarse dos años.

“The Pitt” demuestra que, si una serie conecta fuertemente con audiencias, la plataforma puede acelerar ciclos o mantener un ritmo anual; la regla de la espera prolongada es táctica, no doctrinal.

TV TRADICIONAL VS MODELOS DE STREAMING ACTUALES
Antes las series eran con temporadas largas, ritmo anual fijo, dependencia de publicidad lineal y economías de escala en producción. Ahora el streaming y cable premium favorecen temporadas cortas, mayor presupuesto por episodio, ventanas internacionales planificadas y lanzamiento que mezcla drops (toda la temporada) y weekly (con horario semanal).

El resultado práctico es una mayor diversidad de cadencias, algunas series emergen cada año, otras cada dos años, y otras funcionan como “event series” con larga latencia entre temporadas.

CONSECUENCIAS PARA LA INDUSTRIA
Los plazos ampliados elevan la necesidad de planificación financiera (fondos, tax credits), políticas de retención de talento y programas de capacitación de tripulación local. Para creadores y plataformas, el imperativo es elegir: maximizar escala como más títulos, menor calidad por unidad o maximizar impacto con menos títulos y mayor inversión por episodio.

Al final los responsables creativos y ejecutivos saben que la clave es diseñar modelos productivos y contractuales que permitan tanto calidad sostenida como la flexibilidad. La ampliación de los plazos entre temporadas es el síntoma de una industria que ha pasado de la lógica industrial de volumen a una lógica estratégica de impacto.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO

FUENTES:

https://www.parrotanalytics.com/whitepapers/global-tv-demand-report-2023/

https://www.vulture.com/2015/06/10-episodes-is-the-new-13-was-the-new-22.html

https://filmla.com/filmla-releases-2024-on-location-production-report/

https://ew.com/the-pitt-season-2-everything-we-know-11711493

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Felix Lora

Felix Lora

Periodista, crítico de cine, catedrático e investigador

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