Se fue Agliberto, como aquella nave en el mar

SANTO DOMINGO. – Agliberto Meléndez fue más que un director, fue el arquitecto del cine dominicano moderno. Su partida deja atrás una estela de grandes logros. Con su audaz visión fundó instituciones, filmó con el pecho expuesto la realidad nacional y sentó las bases para una industria con estructura, voz y ambición propia.
PIONERO DE UN CINE NACIONAL CON VOZ PROPIA
Nacido en Altamira en 1942, Agliberto Meléndez fue una figura clave en el surgimiento del cine dominicano independiente. Tras formarse en cine en Nueva York, regresa al país y, en 1979, funda la Cinemateca Nacional (hoy Cinemateca Dominicana), destinada a preservar y proyectar cine internacional y nacional, y a fomentar una comunidad crítica y profesional alrededor de las artes audiovisuales. Su trabajo institucional abrió espacios de formación y proyección cultural, incluso durante épocas políticas adversas.
“UN PASAJE DE IDA”: UN PASO HISTÓRICO Y AUDAZ
En 1988 estrena Un pasaje de ida, también conocida como A One Way Ticket, inspirada en la tragedia del Regina Express. La película relata íntimamente las esperanzas y sufrimientos de dominicanos que emigran de forma ilegal, y fue la primera producción profesional dominicana: realizada con casa hipotecada, capital propio y talento nacional. Con cerca de cien mil espectadores en Santo Domingo, demostró que existía un público para el cine local
RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL
Un pasaje de ida no solo resonó en República Dominicana, sino que obtuvo alrededor de 14 premios en festivales como Huelva (Premio del Público), Cartagena y La Habana. Además, fue seleccionada entre las 50 películas más representativas de Iberoamérica en el Primer Congreso Iberoamericano de Cultura en México, en 2008. Su selección como candidata al Óscar en lengua extranjera en 1988 —aunque sin nominación— evidenció la calidad y ambición del proyecto.
IMPULSO LEGAL Y CULTURAL
El impacto de Agliberto trascendió su obra. Desde la Cinemateca, mientras dirigía Radio Televisión Dominicana o asesoraba instituciones culturales, promovió una política activa para el desarrollo audiovisual. En 2011 fue condecorado con la Orden al Mérito Duarte, Sánchez y Mella como reconocimiento oficial por su papel crucial en impulsar una Ley de Cine que otorgó incentivos y fortaleció la industria nacional.
LECCIÓN PARA NUEVAS GENERACIONES
Hoy, la Cinemateca Dominicana sigue siendo un referente del patrimonio audiovisual, con una sala, bóveda y archivo consolidados gracias a la semilla que Meléndez plantó en 1979. Su filmografía, que incluye documentales como El hijo (1979), estudios sobre Gilberto Hernández (1983), otros documentales como Proceso de leer un mapa, y trabajos sobre Dario Suro y Frank Almánzar, y su largometraje Del color de la noche (2015), mantienen un compromiso con temas sociales y políticos. Además, su llamado insistente a fortalecer guiones y buscar proyectos de mayor envergadura sigue siendo una guía moral para cineastas dominicanos contemporáneos.
Su legado vive en cada sala de la Cinemateca, en la memoria colectiva y en aquellos jóvenes que hoy, inspirados por su ejemplo, persiguen el sueño de contar historias dominicanas al mundo.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO
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