Duelo en España tras la muerte de Verónica Forqué
MADRID. – Este lunes la Policía Nacional ha hallado el cadáver de la actriz Verónica Forqué, que se ha quitado la vida en su vivienda en Madrid, según confirmaron a EL PAÍS fuentes policiales.
Una persona llamó al 112 a las 12.49 para avisar de un intento de suicidio en el domicilio de Forqué. Los sanitarios del Summa 112, desplazados al lugar, solo pudieron confirmar el fallecimiento.
La infancia de la actriz transcurrió entre las aulas del Liceo Italiano y el parque del Retiro, ya que su familia vivía a pocas manzanas. De aquellos años recordaba con cariño las visitas al Museo del Prado con su progenitor ―su madre, la escritora Carmen Vázquez-Vigo, también cultivó su lado artísticp.
Vegetariana, amante de la meditación, defendía con pasión su profesión, que definía así: “El trabajo de actor tiene que ver con lo inconsciente”. De sí misma decía: “He sido muy aventurera y osada. Sabía lo que quería”.
Inicios en el cine
Aunque empezó en el cine en 1972, con Mi querida señorita, de Jaime de Armiñán, y rodó bajo la dirección de su padre, de Carlos Saura y de Manuel Gutiérrez Aragón, por poner tres ejemplos de cineastas que ayudaron en su carrera ascendente, no fue hasta 1984, con ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, de Pedro Almodóvar, cuando alcanzó la popularidad.
Tras conocerse su fallecimiento, desde El Deseo, la productora de Almodóvar, han enviado en mensaje de pésame: “El vacío que deja en nuestras vidas y nuestro cine es irrecuperable. Se ha ido una actriz extraordinaria y una persona insustituible con la que tuvimos el honor de trabajar y compartir vida. Buen viaje, Verónica”. Con Almodóvar, repetiría en Matador y en Kika.
Durante varios lustros, Forqué benefició con su talento a toda una generación de directores. Con José Luis García Sánchez trabajó en Las truchas. Con Fernando Trueba hizo Sé infiel y no mires con quién y El año de las luces (su primer Goya); con Fernando Colomo apareció en Bajarse al moro (la única vez que siendo candidata al Goya no lo ganó) y La vida alegre.
Con Basilio Martín Patino participó en la imprescindible Madrid; con Manuel Gómez Pereira trabajó en Salsa Rosa, ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? y Reinas. Con su pareja durante más de tres décadas, Manuel Iborra (con el que construyó enormes interpretaciones), filmó Orquesta Club Virginia, El tiempo de la felicidad, Pepe Guindo, Clara y Elena y La dama boba.
Y con Luis García Berlanga Moros y cristianos. En los próximos meses se estrenarán otras dos películas de Forqué: A mil kilómetros de la Navidad, de Álvaro Fernández Armero, y Espejo, espejo, de Marc Crehuet. Como actriz de doblaje, fue la encargada de poner la voz en español de Shelley Duvall en El resplandor.
El teatro y otros medios
Durante la promoción teatral de El último rinoceronte blanco, en la que encarnaba a la muerte, explicaba que era consciente de que su estrella se apagaba en el cine, aunque eso la había llevado a disfrutar del teatro. “Es una realidad que cuando las actrices vamos cumpliendo años desaparecemos del cine. Hay muchos menos personajes interesantes que te puedan ofrecer. Es verdad que algo parece que está cambiando, sobre todo por la aparición de mujeres guionistas”.
En aquel momento había rodado Salir del ropero, de Ángeles Reiné, en la que encarnaba a una abuela que decide anunciar su boda gay con una amiga del alma (Rosa María Sardá), y la serie de Netflix Días de Navidad, con Charo López, Ángela Molina y Victoria Abril.
“Yo pasé una depresión muy dura hace cuatro años”, contaba en esa primavera de 2019, “y la pasé en el escenario. Fue el teatro lo que me dio la vida. Eran las dos únicas horas del día en las que me olvidaba de todo. He sido más feliz en el escenario que fuera de él. El teatro te obliga a evadirte de tu propia realidad porque te exige una enorme concentración y eso es maravilloso. Es algo muy liberador”.
Prueba de esa pasión fue su Carmela en la primera representación de ¡Ay, Carmela!, de José Sanchis Sinisterra, o sus apariciones en los escenarios con ¡Sublime decisión!, Bajarse al moro, Doña Rosita la soltera, La abeja reina (2009) y Shirley Valentine (2011). Además, dirigió en el teatro varias obras, como una versión de La tentación vive arriba adaptada a Madrid en 2000, o en 2009 el montaje de Adulterios, de Woody Allen.
En la televisión
En televisión tuvo papeles principales en series como Ramón y Cajal (1982), El jardín de Venus (1983), Platos rotos (1988), Eva y Adán, agencia matrimonial (1990-1991) y Pepa y Pepe (1995), dirigida, de nuevo, por Manuel Iborra, un éxito impresionante de audiencia. Entre 2014 y 2015 participó en la octava temporada de la serie de ficción La que se avecina, interpretando al personaje secundario de Teresa Sáenz de Tejada, la alcaldesa.
Durante décadas Forqué fue una de las actrices más amadas por el público. “Soy consciente de que la gente me quiere. Es algo que valoro mucho, que cuido porque es un precioso regalo. No soy una persona complicada y creo que tengo buen carácter. Es algo que he ido trabajando y eso la gente lo nota”.
De su largo emparejamiento, que duró hasta 2014, Manuel Iborra ―con el que empezó a salir en 1981―, recordaba: “No he descubierto la libertad hasta los 59 años. Yo salí de casa de mis padres con 21 años, y siempre he vivido con alguien, los últimos con el padre de mi hija hasta que me separé. Nunca había probado la libertad. Yo, seguramente, no lo he sabido hacer bien y me he pasado la vida pidiendo permiso, que es algo que hablo mucho con mi psicoanalista. Ahora, tengo la vida hecha, no tengo que descubrir la pólvora y hago lo que quiero. Estoy feliz. No pido más”.
Iborra y Forqué fueron padres de María Forqué, artista conocida por sus atrevidas y polémicas obras. “Antes de mi instinto materno, y eso que mi hija es lo más importante que me ha sucedido, tuve el instinto de ser actriz, de disfrutar la parte creativa que todos llevamos dentro”, contaba su madre.
La última aparición de la actriz fue el programa de cocina de TVE MasterChef Celebrity —donde dio una imagen alejada de la habitual y alejada de la auténtica Forqué—, que decidió abandonar por cansancio antes de ser eliminada, hace dos meses: “La verdad, estoy regular. Necesito descansar. En la última prueba de cocina por equipos me agoté. Yo no soy de tirar la toalla. Pero esta vez hay que ser humilde y decir: ‘No puedo más”, declaraba en su regreso fugaz al programa, no para participar, sino para despedirse de la audiencia. EL PAÍS.
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