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“En tu piel”, no hay más rejas que esta sed

El sexo, puro y simple, es la ruta escogida para explorar otras cosas que van más allá de las palabras. Foto: Larima Films/Quiet Island

SANTO DOMINGO.- “En tu piel” es un texto fílmico que ha pasado varias transformaciones y adaptaciones desde que el guionista de cine y televisión chileno Julio Rojas la escribiera para Matías Bize bajo el título “En la cama” (2005), puesto que la misma se topa con un remake previo del 2010 del director español Julio Medem quien hizo su propia versión, reemplazando Santiago de Chile por Roma y cambiando la relación de hombre y mujer por mujer y mujer, titulándola “Habitación en Roma”.

Aunque también existe una versión furtiva de producción colombiana dirigida por Gustavo Nieto titulada “Entre sábanas” (2008) que trata de reemplazar varias de las sutilezas de la primera versión y que podría resultar un remake sin autorización.

La trama original de “En la cama” es la de dos desconocidos que, tras un encuentro en una discoteca, se refugian primero en el sexo y luego en los sentimientos de atracción mutua.  “En tu piel”, en palabras del propio director Matías Bize, no es propiamente un remake de su propia película puesto que no le interesaba hacer una nueva versión y se decanta en armar un escenario nuevo con justificaciones nuevas para que los actores Josué Guerrero y Eva Arias pudieran transformarse en esos amantes, Julia y Manuel, dos personajes comunes en una ciudad común y en un apartamento común en que la pasión los lleva a explorar todo el terreno posible hasta donde la propia piel les permita.

Las razones de sus encuentros se moldean según las circunstancias de cada encuentro, inclinando la balanza y la carga emocional de acuerdo a los humores y sentimientos que los personajes expresan en cada escena.

El sexo, puro y simple, es la ruta escogida para explorar otras cosas que van más allá de las palabras y es aquí, quizás, donde la imagen es más directa que lo que ellos pueden expresar a través de los diálogos.

Considero que es aquí que el filme puede resultar monótono y débil, pues sus diálogos, con pretensiones reflexivas y hasta, por momentos poéticas, no logran afianzarse en el pensamiento de los protagonistas.

Desde charlas triviales sobre experiencias sexuales, se pasa a la mortificación de llevar una vida sin matices con el único riesgo de que la experiencia que ambos están teniendo no los encauce por los motivos existenciales que esperan.

Es por esto que las charlas caen en espacios vacíos sin el peso adecuado para elevar el nivel histriónico y la representación que ambos se distribuyen dentro del cuadro dramático en que las ideas quedan suplantadas.

Matías Bize quien se revela como un agudo realizador a partir de “La Vida de los Peces” (2010), estrenada en el Festival Internacional de Cine de Venecia y ganadora del Premio Goya a la Mejor Película Hispanoamericana, trata de vincular las relaciones de sus protagonistas a un texto que necesitaba doblegarse a la propia idea de sus personajes que es contrario a toda lógica carnal.

Josué Guerrero intenta sintetizar los motivos del porqué su personaje busca la aproximación sexual con Julia, pero su batalla por decir los diálogos lo más naturalmente posible lo traiciona sin tener otras posibilidades de manejarlos con otras vueltas creativas.

Eva Arias busca en sus propósitos determinar lo que ocurre a su personaje y por momentos logra encontrar ese equilibrio entre lo que siente y lo que el público percibe de su interior, mostrando matices insospechados de su intención como actriz.

Siendo un filme intimista con un solo espacio dramático y con dos personajes, su manejo del montaje de Valeria Hernández el uso estilístico de la cámara por parte del cinematógrafo Arnaldo Rodríguez y la dirección de arte de Miguel Llorca, logran expresar adecuadamente el tiempo y la atmósfera simple, cotidiana y contemporánea de una historia urbana donde el director siempre está buscando la verdad en los personajes y la honestidad para alcanzar las pistas necesarias que refleje el interior de la levedad humana.
Félix Manuel Lora/CINEMA DOMINICANO

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